jueves, 1 de diciembre de 2011

EDAD

¿QUIÉN TE HA DICHO QUE YA NO TIENES EDAD?
4 SUPUESTOS Y 1 MORALEJA

" A cierta edad, un poco por amor propio, otro poco por picardía,
las cosas que más deseamos son las que fingimos no desear".
MARCEL PROUST

Quiero dedicar este texto a :
María del Mar, que ya lo recibió con ocasión de sus 50.
Inma, mi tocaya, mi cuñá, mi amiga...que ha cumplido 60, pero tiene la edad que se le antoja.
Loli P., que se entusiasma con todo lo que escribo, en especial con "el de las trenzas", como lo conocemos en PyS.


1

Hoy te despertaste con deseo de trenzas. Las rematarías con unos moños tiesos de cinta de cuadros rojos. Las trenzas son lo más cómodo para correr y columpiarse, para saltar a la comba y para la rayuela. Con trenzas hace sol y se puede jugar al escondite. Sólo se necesita una buena intuición para localizar los mejores escondrijos, saber estar inmóvil como una estatua y silenciar los latidos del corazón a mil por hora. Eso aún lo tienes, sólo te falta el patio del recreo. Hoy serías capaz hasta de deslizarte por la barandilla de la escalera, si no fuese por el dolor de huesos con que te levantas desde hace años. Tal vez podrías vender la hamaca del jardín y colocar en su lugar la cama elástica que siempre deseaste.






2

En la oficina las horas se demoran. Has hecho diez llamadas, tecleaste cuatro informes y apenas son las doce. Te entretiene el ruido de los coches detrás de la ventana. Te levantas a mirarlos pasar. Quizás si hicieras un curso de mecánica por correspondencia, podrías trabajar en un taller. ¿Un aprendiz de más de cuarenta años? No te importaría estar toda la mañana en el foso oliendo a gasolina o andar detrás del jefe pasándole herramientas. No crees que te quedase mal el mono azul y las chicas se reirían con tus piropos al pasar junto al local mugriento. Cuando llegaras a casa por las noches, no importarían la hipoteca ni el recibo del gas. Te lavarías a fondo la grasa de la cara y de las manos y el cansancio se iría por el desagüe. Después de la cena, harías el amor a tu mujer. ¿Qué mujer no desea los brazos musculosos de un mecánico?






3


Ya no tienes los pechos turgentes y aterciopelados como dos melocotones; ya no tienes andares felinos, si de lo que hablamos no es de un viejo tigre de zoológico; ya no tienes el cuello de bailarina, con suaves rizos dorados al filo de la nuca, que poseías antes; tu mirada ya no brilla como el mar o como las esmeraldas según la luz del día, sólo a veces un destello de plata emerge de su fondo con el sol; tus labios no son carnosos y colorados como un clavel, como las fresas, como una manzana de caramelo; tus dientes no son perlas cultivadas, ni siquiera las piezas que te enfundó el dentista; está claro que ya no tienes la piel tersa, los muslos firmes, la voz cantarina. No queda nada de lo que hace falta para que un hombre, joven y atractivo, un hombre de amplio torso, o quizás sólo un hombre, un hombre cualquiera, se enamore de tí. Ya no tienes edad de que haya un hombre que no pueda dejar de mirarte deseando, tal vez, darte un beso. Ya no tienes edad, pero el caso es que lo deseas.






4

Os mirais a los ojos cada tarde, sentados en vuestras butacas o en un banco del parque. Un suspiro que no suena y que el otro comprende con un ligero parpadeo. Eso lo dice todo. Ya no tenéis edad para ser padres. Tú no podrás sentir de nuevo los dolores del parto y su alegría y tú no podrás sostenerle la mano y cortar el cordón umbilical. No es hora de exigencias. Tú te conformas con quedarte fumando cigarrillos en la sala de espera, como entonces, y tú con tener, aunque sea, un parto sin dolor. Está la mecedora para acunar al niño, sabéis mil nanas y cambiar pañales. Tú recuerdas los cuentos y las adivinanzas, tú aún lo podrías llevar sobre tus hombros. Ahora que vuestros hijos ya han crecido hay una habitación para pintar de rosa o de celeste y comenzar de nuevo. Tal vez, con los ahorros y la paga podríais traer una niñita china. Ella sería feliz a vuestro lado.





¿Quién te ha dicho que no tienes edad para batir un récord, para bailar el tango, para probar cien hombres, para cruzar desiertos, para morir de celos, para matar gigantes y salvar princesas, para lucir escote, para ganar el Nobel, para vivir pasiones, para estudiar piano, para cambiar el mundo, para romper promesas, para vestir de rojo, para cumplir deseos?
¿Quién te ha dicho que ya no tienes edad?

martes, 9 de agosto de 2011

PAPÁ











La primera palabra.
A menudo los niños la eligen para empezar a contar la historia de nuevo. Y desde que la pronuncian, los padres encuentran su lugar en la trama.



PAPÁ: UNA HISTORIA DE LAS DE ANTES


Te gustaba repetirlo: Dios dijo "creced y multiplicaos" y yo, como no crecí, me multipliqué.




El principio ...


dos...


cuatro...


cinco...


siete ...


50 años después, mil y uno.



Papá, no te preocupes por nada, no te eches la mano al bolsillo una vez más, lo has dejado todo pagado.

Cita del día: 
La identidad se fragua en pasado. El aluvión es el material de todo aquello con lo que nos hemos identificado.
Bélgica, Chantal Maillard.

domingo, 26 de junio de 2011

ALEPH






MI ALEPH


   Encontré mi aleph particular en un charco. Yo tenía diez años y siempre andaba mirando al suelo. Tras siete inviernos de sequía ininterrumpida, no recordaba la lluvia: apenas una sensación de humedad en la ropa y mi pequeño paraguas azul de mariposas abierto en el zaguán, con mil gotitas sobre su tela tersa.
   Llovió tres días seguidos, una lluvia a ratos furiosa y a ratos lenta y fina como una canción. Ya pensaba que aquello ba a ser el diluvio universal cuando, acodada en el alfeizar de la ventana, vi salir el arcoiris sobre las antenas del tejado de enfrente.
   Mi madre recogió la ropa de los respaldos de las sillas, de la barra de la cortina de la ducha, de encima de los radiadores y la barandilla de la escalera y la sacó al patio. Mientras ella tendía yo me agaché a observar el agua, que bajaba desde las cuatro esquinas del patio y se arremolinaba sobre el desagüe del centro. Seguí el hilo de agua de lluvia que venía desde el rincón de las macetas y se remansaba junto al tiesto de una aspidistra. Allí estaba el aleph, escondido en un pequeño charco sucio en cuya superficie el sol se reflejaba con un brillo aceitoso.


Con una hoja seca lo removí y al cabo de un instante se concentró de nuevo, mostrándomelo todo: mi futuro y el pasado de mis antepasados, la fuerza de una hormiga y el miedo de un gigante, el final de todas las películas y el comienzo de todos los poemas, cada recodo de cada camino, tortugas poniendo huevos, la simas sepultadas de los océanos y mi último segundo de vida, un pozo sin fondo del que sacar los tonos infinitos del color, los terremotos que llegarían y los que resquebrajaron la antigua Tierra, los pétalos de una rosa en un vaso cayendo uno por uno, crías de pingüinos aprendiendo a vivir en un iceberg, las palabras de todos los diccionarios en todos los idiomas y el sonido de todos los instrumentos, el primer beso de mis padres y el último de mis abuelos, un campo de amapolas que se perdía en el horizonte, mis manos con arrugas, el gusto de todos los sabores y el olor de cada piel, las cartas que enviaría con todos sus detalles, un perro durmiendo bajo un árbol, una acuarela pintándose, pincelada a pincelada, en la mente de un artista y amarilleando y deshaciéndose tras el cristal de un marco, las casas sucesivas en las que viviría, la clave que descifra los códigos secretos, los rostros de mis hijos, el incendio de un bosque, todas las partituras en la cabeza de un alfiler, el Imperio Romano y la Historia de la Filosofía, las risas y las lágrimas de la humanidad entera, los trinos, los aullidos, el silencio y el rumor de los pasos en una calle vacía, Saturno y sus anillos, la sangre al microscopio, el primer alfarero y un pueblo abandonado, atlas incontables y un sinnúmero de pensamientos, muchas noches de insomnio, traiciones y venganzas, inventos que aún no existen y la resolución de todos los enigmas...una enciclopedia interminable que conocí de un golpe.
   Mi madre me llamó desde la casa. Me puse en pie. Las corvas me dolían como si hubiese estado en cuclillas desde siempre, pero las sombras del patio no habían cambiado. Atravesé las sábanas tendidas y llegué a la cocina. La merienda estaba preparada. Detrás de la ventana se iba secando el patio y mi aleph se evaporaría como un sueño al despertar. Han pasado treinta y siete años de lluvias y sequías. Sigo mirando al suelo.

Recomendación: El Aleph, de Jorge Luis Borges

lunes, 23 de mayo de 2011

MÚSICA

Siempre he pensado que la música es "la gracia que no quiso darme el cielo", o más bien una de las muchas que no me dió. No he recibido  educación musical, más allá de los rudimentos para hacer sonar la flauta en la primaria. Pasé el tercer curso de la E.G.B. ensayando incansablemente una pequeña pieza titulada Ya se van los pastores  y nunca llegué a interpretarla de verdad. Luchaba tozudamente con una combinación endemoniada de movimientos de dedos que cubrían y destapaban agujeros y la gradación de golpes de aire en la boquilla, deseperándome yo y deseperando a mi familia, que acababan haciéndome callar. Yo imaginaba que cualquier día se obraría el milagro y la flauta tocaría la cancioncilla con gracia, aunque fuese como en la fábula del burro, por casualidad. Nunca ocurrió.


Luego aprendí a hacer sonar la guitarra lo suficiente para acompañar las versiones que hacíamos en el colegio y en casa de Los Beatles, de Serrat, de Bob Dylan, de Silvio Rodriguez...y entretener el aburrimiento con la versión fácil del punteado del Romance Anónimo.





Sé que no hay música dentro de mí. Así como sé que si hay poesía, que si hay  pintura en mi adn, sé que la música no está. No se trata de que no aprendí solfeo, ni de que tenga un oído mediocre, ni de que me falte la voluntad para aprender la técnica, los códigos...se trata simplemente de que no está.
Cuando tenía 17 años decidí escribir un poema. Comencé con esta frase: Quisiera un tiempo sin estrenar. Me quedé mirándola mucho rato y no conseguí encontrar la siguiente. Todavía la ando buscando, pero cada vez que pienso en ella, sé que tengo una poeta dentro. Que si de verdad quisiese, podría hacer salir el resto de palabras que harían ese poema; sé cómo sonaría, sé lo que podría hacer sentir a quienes lo leyeran. Pero no hay una melodía en mi cabeza, un conjunto armónico de sonidos en mi interior que saldrían si supieran cómo hacerlo.Sólo puedo escuchar la música de los otros, intentar reproducirla o simplemente dejar que me capture y haga conmigo lo que la música nos hace.

La música, como bien sabía El Flautista de Hamelín, nos transporta, anula nuestra voluntad, gobierna nuestros sentimientos. "La música ejerce sobre nosotros una soberanía superior a la de cualquier otro arte", dijo Valéry. Y cuando escucho marchas militares, con sus golpes de tambor como latidos del corazón y sus redobles, con las llamadas de caza de los instrumentos de viento...de repente me vuelvo patriota, y  no entiendo dónde estaba escondida esa parte de mí, y acabo pensando que Valéry tenía razón y que los que sí llevan música dentro conocen el poder que poseen y lo ejercen. 

Una vez fui a Lisboa y me enamoré de una voz. Estábamos en un local cenando. Los camareros retiraban los platos de la cena y servían los postres y los cafés. Habíamos conseguido una buena mesa y podíamos ver a los músicos preparando las sillas donde iban a sentarse para acompañar a los cantantes de fado que actuarían esa noche. Los fadistas se hicieron esperar un rato aún, pero entre las conversaciones aparecían retazos de sonidos de cuerda: los guitarristas templaban sus guitarras. Escuchamos cantar fados más o menos trágicos, más o menos melancólicos durante mucho rato sin cansarnos. Yo me entretenía observando los estudiados movimientos que las cantantes hacían con sus manos y sus pañuelos, los gestos de dolor con que interpretaban las despedidas y las ausencias que estaban cantando. Cuando ya pensaba que el espectáculo iba a terminar, uno de los chicos que acompañaba a la guitarra comenzó a tocar solo una melodía triste. Su voz fue creciendo poco a poco y el restaurante y todos los que estaban allí se fueron deshaciéndo hasta desaparecer. Sólo quedamos él y yo, y la música de su voz. Ese chico se llama Antonio Zambujo y no es de huesos y tejidos como los demás, es de música. Aunque no existiera Portugal, aunque no existieran el fado y la guitarra, ese chico,el poder de su voz, habrían enamorado a la gente quién sabe con qué instrumentos, con qué sonido.

En el siguiente enlace se puede disfrutar de su voz en un montón de canciones.






La música siempre escapa a mi razón, no puedo entenderla ni descifrarla, no cabe en los moldes con que construyo la realidad y se resiste a todas las armas con que trato de desmenuzarla para saber cómo funciona, por qué provoca en mí lo que provoca. Me hace sentir dulcemente fuera de mí ,como cuando de niña daba vueltas y vueltas sobre mi misma como los derviches hasta que el alrededor desaparecía y,de alguna manera, yo ya no era y al mismo tiempo lo era todo.











Leo a Steiner, en su libro Errata :

" En la música hay una extrañeza con respecto al hombre" Y me enseña algo más:esa extrañeza  tal vez tenga que ver con su poder de significación y, paradójicamente, con su falta de significado. Tal vez tenga que ver con que es ajena a los conceptos de verdadero y falso, de bien y mal.










Cita del día y recomendación: "¿Qué hace que una tercera menor resulte triste? ¿Es sol menor en la escala occidental intrínsecamente triste" Errata, el examen de una vida. G. Steiner

jueves, 5 de mayo de 2011

LISTAS


Estuve pensando sobre qué escribir en mi segunda entrada. Se me ocurrió hacer una lista de palabras para aclararme y comencé a elaborarla mentalmente. Ninguna de las palabras me resultaba suficientemente interesante. Finalmente me dije: Voy a hablar sobre listas.

La RAE dice que la palabra lista procede del germánico y, en su tercera acepción, la que a mí me interesa, la define como: Enumeración, generalmente en forma de columna, de personas, cosas, cantidades, etc., que se hace con determinado propósito.

A mí me gusta hacer listas sin propósito determinado (veáse imagen de la cabecera: lista incompleta de los objetos expuestos en el escaparate de la tienda El Rincón del Coleccionista), sólo por entretenerme y para disfrutar del resultado. Si se cuida la caligrafía quedan muy bonitas, tanto que dan ganas de enmarcarlas. ¿Soy la única persona a la que de niña le gustaba que le mandaran copias de las faltas del dictado?Las listas "con propósito determinado" son más aburridas: la lista de la compra, la lista de las tareas pendientes, la lista de invitados a un evento, el listín telefónico...

La gente muy ordenada tiene libretitas ad hoc para hacer la lista de la compra. Esas libretitas son el tipo de objeto que se compra de recien casados. El tiempo pasa y acabas haciendo la lista en cualquier papel que te viene a las manos: el sobre de la carta de un banco, un trozo de papel de cocina, el reverso del ticket del supermercado...(he aquí otra lista...la realidad está llena de listas). La última opción es muy práctica, basta con ir haciendo asteriscos en los articulos que ya compraste y vuelves a necesitar y añades por detrás los que no compraste la última vez. Yo a veces voy a la compra con una persona que se dedica a hacer papiroflexia con la lista mientras recorremos los pasillos del super; va doblando el papelito para dejar oculto lo que vamos cogiendo y la lista mengua y mengua hasta que acabamos con un carro lleno y un pequeño acordeón de papel. A menudo, a pesar de la lista, vuelves a casa sin el agua destilada. Tampoco es un problema grave: siempre puedes echarle agua mineral al centro de planchado o, en su defecto, agua del grifo (¿Por una vez...!)

Las listas "con propósito determinado" a menudo se convierten en listas delatoras. ¿Cómo es que la columna de tus invitados es mucho más larga que la de los míos?, ¿Todavía sigo sin escribir todos estos relatos a los que ya he puesto título?, ¡No he cumplido ni uno solo de los propósitos de Año Nuevo!. Yo desaconsejo el uso de este tipo de listas de manera absoluta.

Tampoco me gustan nada las listas de pros y contras para tomar decisiones. Y esto por varias razones:
1.-No te ayudan a tomar decisiones, sólo a marear la perdiz.
2.-Nunca sé dónde colocar los items (que es demasiado difícil, bonito, normal, irrealizable, perturbador... ¿son  pros o son contras?)
3.-Hay veces en que si alguien descubre la lista puede haber efectos secundarios (esto ocurrió en un episodio de Friends, no me lo estoy inventando)
4.- Es una actividad un poco peliculera, ¿no?

Hay, en cambio, multitud de listas que no sirven para nada o sirven para lo que no fueron concebidas. Por ejemplo, yo suelo leer los índices de los libros como si fueran poemas.




Las listas sirven también para pensar (para organizar el pensamiento)y para ejercitar la memoria (aprender listas te puede venir muy bien si vas a un concurso de televisión de los de tipo Trivial).

Y para ir acabando, porque el tiempo apremia y esto se va a a hacer más largo que la lista de los Reyes Godos, dejo una lista incompleta de listas que me gustan:
.- Las 10(o 100, o 1000...)mejores películas(o libros, o cuadros, o...)de la historia.
.- La lista de los records Guiness.
.- La lista de las preposiciones (A, ante, bajo, cabe, con...)
.- La lista de mis escritores favoritos y de los libros que me quedan por leer.
.- Los catálogos de los colores de óleos, acuarelas, etc. (¿No son nombres preciosos: azul ultramar, verde esmeralda, tierra de sombra tostada, carmín de alizarina, gris payne,amarillo cadmio medio?)
.- La lista de ingredientes de las recetas de cocina.
(...)

Cita del día: Hoy no hay cita del día, sino recomendación. A Perec le gustaba hacer listas y desarrollarlas. Si os gustan las listas, leed a Perec. 

lunes, 2 de mayo de 2011

PALABRAS


Me gustan las palabras. Me gustan las imágenes. No sé si será verdad que una imagen vale más que mil palabras, pero no quiero renunciar a nada. ¿Por qué tendría que hacerlo?

Cita del día:
La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha.
MICHEL DE MONTAIGNE